Hay momentos en la vida, en que una sola decisión, en un solo instante, cambia irremediablemente el curso de las cosas. Cuando decides disparar a alguien. Cuando decides quererlo, o no quererlo. Cuando decides mentir, traicionar, ocultar, o cruzar la línea. Esa décima de segundo podrá hacer girar todo al lado oscuro, o inundarlo de luz; podrá hacer de ti un héroe o un criminal, podrá llevarte al cielo o al infierno, pero siempre será un lugar desde el cual no podrás volver a atrás.
Antes de creer que puedes hacer daño a una persona y arriesgarte, coge un papel y arrúgalo, ¿ya lo has hecho? Ahora vuelve a dejarlo como antes. ¿No puedes verdad? El corazón de las personas es como ese papel, una vez que lo has herido es difícil volver a dejarlo como lo encontraste. Antes de hacer daño piensa bien lo que haces.